La justicia no puede solucionar todos los problemas y decir a la vez la verdad científica, histórica, definir el bien político y hacerse cargo de la salvación de las personas. No puede hacerlo, y no debe, a riesgo de hacernos caer a todos en un infierno procedimental frustrante, estéril y destructor que nadie puede desear. La justicia nunca nos desembarazará de la confusión de la política, pero anima a inventar una nueva cultura política. Ha pasado a mejor vida nuestra vieja cultura republicana, que gustaba de promulgar leyes, pero no de respetarlas y que ordenaba la práctica de sus instituciones sobre la hipótesis de un orden judicial débil y sometido. He aquí que los jueces, estimulados por un poderoso consenso, pretenden aplicar todas las leyes y ejercer plenamente su función. Toman al legislador al pie de la letra y quieren hacer que corresponda su papel real con su papel pregonado. Esta revolución cultural está en marcha, y quizá no nos damos cuenta de ello, como tantas veces, hasta el momento en que está parcialmente consumada. Las instituciones francesas están en medio del vado, y los vicios de nuestro sistema, más que proteger al Estado, aceleran más este giro judicial de la democracia. La salvación vendrá de nuestra capacidad para favorecer la claridad de los procedimientos, para encontrar la certeza de la norma y para estimular la responsabilidad de los actores.
Ante la incertidumbre de la norma, la política ha de empeñarse en hacer que se correspondan mejor las denominaciones, las misiones y los estatutos para acabar con la hipocresía actual. Esta perjudica solamente a las instituciones políticas: Causa un perjuicio al lenguaje mismo, es decir a la institución de las instituciones.
Antoine Garapon
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- Índice
- Prólogo
- Nota de autor
- Introducción
- Primera parte. Los callejones sin salida de la democracia jurídica
- Capítulo I: república atrapada por el derecho
- El fin de la excepción jacobina
- La desnacionalización del derecho
- La nueva escena de la democracia
- Capítulo II: el poder inédito de los jueces
- La deriva aristocrática
- La tentación populista
- Capítulo III: la ilusión de la democracia directa
- Los procesos instruidos por los medios
- La lógica del espectáculo
- El mito de la transparencia
- ¿Hay que filmar las audiencias?
- Capítulo IV: la preferencia penal
- La identificación con la víctima
- La diabolización del otro
- La inversión de los lugares
- Capítulo V: la incertidumbre de las normas
- Evolución de la delincuencia
- Metamorfosis de la violencia
- Capítulo VI: la Magistratura del sujeto
- La extensión del control del juez
- La interiorización del derecho
- La tutelarización de las personas frágiles
- Capítulo VII: juzgar a pesar de todo
- La turbación del legislador
- La justicia entre la idealización y la diabolización
- Decir lo justo
- Segunda parte. la justicia en una democracia renovada
- Capítulo VIII: Mantener las referencias colectivas
- Fundamentar la autoridad
- Autorizar el poder
- ¿Un equivalente moderno de la religión?
- Capítulo IX: despertar el pacto democrático
- La memoria de los lugares
- Reanimar el sujeto de derecho
- Capítulo X: sancionar y reinsertar
- Más allá del sacrificio y de la terapia, la justa distancia
- Más allá de los derechos y de las necesidades, la dignidad
- Más allá de la pena y de la seguridad, la sanción
- Capítulo XI: promover el debate
- Nuevas formas de justicia
- Un nuevo acto de juzgar
- Capítulo XII: enmarcar el nuevo lugar del juez
- La imparcialidad revalorizada
- La ética rehabilitada
- La representatividad recuperada
- Conclusión
- Bibliografía